Muriqi recibe atenci�n m�dica para ser vendado tras un golpe en la ceja
En el saco del f�tbol hay frases simples que recorren la sabidur�a de barrios y potreritos como "h�zselo" � "ponla". Hay otras m�s largas como "ese t�o las toca todas". Esta �ltima se podr�a aplicar a Muriqi, el hombre boya del Mallorca.
Muriqi fue la oficina de correos de su equipo. Los balones volaban hacia su cabeza y en esos huesos comenzaba el juego de la pizarra de Aguirre y sus muchachos,
dignos en la victoria, el empate y la derrota. Cada bal�n a�reo sobre Vivian o Paredes comenz� a ser una olla de pira�as. Mientras, como corresponde a ese prototipo de futbolista,
Muriqi mostraba una dentadura
con s�ntomas de desbaratamiento.
En la celebraci�n naval de la gabarra faltar� el kosovar,
cuyo rostro est� hecho para ser el escudo de una bandera pirata. Su encuentro merece ser analizado
por las tribus. Seg�n pasaban los minutos se le iba descolocando el cuerpo.
Por pura l�gica apareci� la sangre y con ella la venda, la prenda ideal para distinguir a un delantero de todas las d�cadas.
En tu herida o en la m�a
Cuando el partido ya se disputaba bajo el lema de en tu herida o en la m�a,
con una pr�rroga atosigante para los cardi�logos, Muriqi remat� con el parte m�dico un centro imposible. Fue su pen�ltima exhibici�n de
bravura. La �ltima
fue que celebr� la llegada de la tanda de penaltis con el pu�o en alto como el que se apunta un asalto a los puntos en el Madison Square Garden.
![](https://cdn.statically.io/img/e00-marca.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2024/04/10/17127581940603.jpg)
El delanterazo sab�a que iba a lanzar el primer penalti y que lo iba a meter
. As� lo hizo, con el lanzamiento mejor ejecutado de la tanda. Cuando su equipo se ahogaba en l�grimas se dedic� al arte del consuelo. Entre medias se pudo ver su abrazo con varios jugadores del Athletic.
Mientras
la locura invade Bilbao Muriqi
compra huesos para la siguiente batalla. Fue otro rey en la final.